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domingo, 31 de marzo de 2019
sábado, 30 de marzo de 2019
viernes, 29 de marzo de 2019
jueves, 28 de marzo de 2019
miércoles, 27 de marzo de 2019
martes, 26 de marzo de 2019
Recuento I - Arturo Trejo (1953)
Recuento I
La tarde solitaria
me está poniendo pantalones cortos.
José María Álvarez
Para Alejandro Sanciprián, Rafael Vargas,
José Buil, Sergio Monsalvo y René Aguilar.
Porque éramos muchos y ahora somos menos.
Porque no hemos aprendido a vivir sin tropezar.
Porque ahora preguntamos por los que se van de viaje,
por los que se divorcian, por los desaparecidos.
Porque ahora pesamos más y en nuestros rostros
se marca el tiempo.
Porque ahora tenemos más de veinte años y muchas
inquietudes
congeladas en las manos y en la boca.
Porque quisimos transformar al mundo y éste
y nuestras mujeres acabaron con nuestro aliento.
Porque antes exigíamos y ahora pedimos “por favor”.
Porque nuestros amigos “no eran amigos de nuestros amigos,
ni siquiera amigos nuestros”.
Porque ahora sabemos que la soledad existe
y que no es sólo una frase para adornarse.
Porque tuvimos valor y ahora arrastramos nuestros miedos.
Porque en nuestros cuerpos están las flores marchitas
del licor y de la droga.
Porque el tiempo parece que nos ha ganado la partida
y entre nuestros naipes no hay ni siquiera un par.
Porque no estamos satisfechos.
Porque no logramos nada.
Porque el país se acaba y aquí no hay embajada de México
para asilarnos.
Porque la amistad es la sombra que nos cobija.
Porque sí y porque ya no hay tiempo
para ilusiones baratas,
escribo estas pinches líneas
y brindo por ustedes.
Arturo Trejo (1953)
En Poetas de una generación 1950-1959
Selección y prólogo de Evodio Escalante
Premia / UNAM, Tlahuapan, Pue., 1988
lunes, 25 de marzo de 2019
domingo, 24 de marzo de 2019
sábado, 23 de marzo de 2019
viernes, 22 de marzo de 2019
jueves, 21 de marzo de 2019
miércoles, 20 de marzo de 2019
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domingo, 10 de marzo de 2019
sábado, 9 de marzo de 2019
viernes, 8 de marzo de 2019
Reseña del libro "Siddhartha" de Hermann Hesse
Siddhartha es una novela escrita en 1922 por Hermann Hesse. Es posible que en la escuela te hayan obligado a leer El lobo estepario y ya estés familiarizado con el autor. Debo confesar que mi lectura del lobo fue un fracaso, no me gustó y lo abandoné. Si bien había escuchado mil veces el nombre de Hesse, su obra nunca estuvo en mi lista de pendientes. Adquirí Siddhartha en un aeropuerto, empujado por la desesperación nacida del retraso de un vuelo y gracias al engaño inducido por el título y la portada. Pensé que era una biografía de Buda. Había leído algunos textos sobre budismo y biografías sobre su fundador, pero siempre libros de autores asiáticos o desconocidos, nada que perteneciera a la tradición literaria occidental. El texto de Hermann Hesse representaba la oportunidad de conocer el punto de vista de un escritor respetado. Además de haber ganado el premio Nobel en 1946, el tipo era alemán. En mi mente, su nacionalidad constituía una virtud extra, ya que en ese país han nacido grandes filósofos y yo lo imaginaba sabio aunque fuera por ósmosis. Al momento de investigar para este ensayo, me enteré de que su familia era cristiana, que su abuelo poseía una editorial de textos cristianos y que él ingresó al seminario evangélico. La decepción fue momentánea; me reconfortó saber que escapó del seminario para ingresar a un manicomio, que después se convirtió en relojero y terminó trabajando con libros.
Cuando menciono este libro como uno de mis favoritos, siempre recibo la misma expresión desdeñosa de “te gusta la literatura juvenil”. En ese instante, comprendo que quien está frente a mí, nunca lo ha leído o lo leyó durante su adolescencia sin entender nada. No lo juzgo, yo leí muchos libros en mi juventud sin comprenderlos. En mi opinión, la ignorancia es el primer derecho del hombre, además de nuestra condición natural al nacer. En México, el cristianismo predomina y la gente es poco receptiva a otras ideas. No es raro encontrar esos letreros de “Esta casa es católica y no aceptamos propaganda de otras religiones”. Cabe aclarar que se puede ser budista y cristiano a la vez. Sería un poco esquizofrénico, pero no imposible. En general, la cultura occidental está remojada en las religiones abrahámicas y el grueso de la población piensa que cualquier pensamiento oriental es superchería. El budismo tuvo la desgracia de ser mal catalogado como religión, aunque en estricto sentido es una filosofía. Afirmo esto sobre la base de que Buda no es Dios y los dioses no tienen el menor interés por la vida de los humanos.
Siddhartha no trata sobre la vida de Buda. Siddhartha es el nombre del personaje principal, el hijo de un brahmán que anda en busca de la iluminación o algún tipo de satisfacción definitiva. Para encontrarla, abandona su casa y con su amigo Govinda se une a los ascetas del bosque; se desilusiona y se separan del grupo. En el camino oye hablar de un maestro y su doctrina, encuentran al Buda y escuchan sus enseñanzas. Govinda se une a los seguidores de Buda. Siddhartha tiene una breve conversación con el Iluminado, al que reconoce como un hombre superior, pero entiende que no aprenderá nada más del Buda y vuelve a su peregrinar. Se hace comerciante, se hace aprendiz y amante de una prostituta, compra una casa, acumula riquezas, se hace adicto al juego, pierde todo, sigue insatisfecho, pasa hambre, se convierte en barquero, descubre que tiene un hijo e intenta educarlo sin éxito. Encuentra la amistad del río y del barquero Vasudeva, por momentos encuentra lo que busca e incluso se siente satisfecho. Finaliza su vida trabajando y aprendiendo del río. En otras palabras el hombre cae y se levanta, pierde el camino y lo recupera en más de una ocasión.
Me parece interesante que el libro esté dividido en tres partes que corresponden a los periodos de juventud, madurez y vejez que replican los tres actos aristotélicos o la Trinidad. Cada parte se divide en cuatro capítulos que forman escalones ascendentes, en total 12 espacios como los doce meses o los doce apóstoles. La gracia y el defecto del libro es que al final explica las cosas en términos cristianos con ello se hace más accesible al tiempo que se vuelve inexacto.
Este libro, además de llevarte a la India, habla sobre la amistad y el amor entretejiendo los principios budistas. Es tan claro y accesible que las enseñanzas fluyen sin que el texto parezca un instructivo. Siddhartha es la encarnación del ideal budista sin ser el Buda. Ser buda es un estado que casi nadie logra. Si lees sobre budismo, te encontrarás con el siguiente dicho: Si ves a un buda por la calle, córtale la cabeza. El mensaje es un poco críptico. La idea es que los budas no abundan y si encuentras a alguien que dice ser un iluminado, seguramente es un farsante; por el contrario, si es un buda te será imposible decapitarlo. Pero volviendo al texto, el personaje principal encuentra la sabiduría después de una vida plena en todo sentido. Dicha vida se parece a la de cualquier hombre y en algunos momentos, los menos, es excepcional. Hesse es tan genial que se da el lujo de hacer que Siddhartha hable con el Buda, muestre su conocimiento de la doctrina y exprese la falla que ha encontrado. El maestro lo escucha, lo felicita, le desea lo mejor y al final le hace notar que también hay una falla en su análisis, en sus palabras. Es decir, Hesse se da tiempo de jugar al abogado del diablo y ejercer la autocrítica. Me gustaría escribir una novela en la que un personaje cualquiera se encuentre con Cristo, tenga la oportunidad de convertirse en uno de sus apóstoles y lo rechace dando un argumento lógico sobre la falla evidente de su doctrina. Si han leído algo parecido, háganmelo saber.
La idea de que Siddhartha sea un hombre contemporáneo al Buda y cuya vida tuvo un desarrollo paralelo a la del maestro me parece genial. El recurso es tan rico y se presta a tantas cosas que los ingleses de Monty Python lo utilizaron en La vida de Brian para burlarse del cristianismo. Y aunque El evangelio según Jesucristo de José Saramago y Los versos satánicos de Salman Rushdie tienen otro tono, mi intuición me dice que sus autores leyeron Siddhartha y quizá lo utilizaron como guía.
Siddhartha no deslumbra por su lenguaje, su logro es transmitir la calma propia de una vida ascética, así como el gozo y el dolor de la vida mundana. De la lectura de este libro deduzco que Hesse dedicó mucho tiempo al estudio del budismo y el hinduismo e incorporó todo ese conocimiento en el libro. Muestra de ello es la afirmación de que el único maestro que necesitas es la observación del mundo. Otra muestra es la claridad humilde y concreta del libro. El estilo directo y el lenguaje cotidiano son para mí algo digno de agradecimiento que encuentro congruente con la vida del personaje principal.
En fin, Siddhartha no es un gordo que huele a curry e incienso, ni hace milagros. Al igual que Buda, es sólo un hombre en un estado mental elevado que le permite controlar su cuerpo. Cualquiera puede relacionarse con el texto y la búsqueda de la serenidad, la satisfacción y la plenitud. El mundo es impredecible, la vida es constante cambio, lo que ayer era bueno hoy puede no serlo o puede desaparecer. El texto recrea una vida así, en un tiempo extraño, en un lugar lejano, y muestra al protagonista superando todo tipo de dificultades con un poco de claridad mental.
En ocasiones, pienso que Siddhartha no ha sido elevado a superhéroe porque su superpoder es la prudencia. No hace magia, nunca mata a nadie, no usa armas, no sabe artes marciales, su conflicto es interno, su lucha es contra sí mismo y no pasa por lo físico y lo espectacular. Si cuando menos hubiera vencido al demonio con un bastón de bambú y una cáscara de mango, ya tendría un cómic.
Para leer este libro no es indispensable saber quién fue Buda, qué es el budismo o cuales son los conceptos básicos del hinduismo, pero obviamente enriquecerá tu lectura saber un poco más. Puedes recurrir a Wikipedia para resolver algunas dudas, pero cualquier biografía del Buda será más grata. La más fácil de encontrar es la escrita por Deepak Chopra y con esa basta. Si quieres algo mejor puedes buscar Qué es el Budismo de Jorge Luis Borges. Si te gusta el tema, te recomiendo: La India Literaria de la colección “Sepan cuantos…” de Porrúa; Buda de Maurice Percheron; El Buda de Sangharakshita; Buddhism, A very short introduction, escrito por Damien Keown; o, mi favorito, Buddhism, Plain & Simple de Steve Hagen. Ya en plan obsesivo puedes buscar Budismo Zen de D.T. Suzuki o Un maestro zen llamado Cuervo de Robert Aitken.
Sea para calmarte en el aeropuerto, para pasar un buen rato en la playa leyendo bajo una palapa, para iniciarte en el camino del Budismo o para cuestionar la verdad de las palabras, el texto de Hermann Hesse es una buena opción. No confíes en mí, investiga y descubrirás que el libro fue traducido a muchos idiomas incluyendo el sánscrito y es un best seller en India. Además ha inspirado canciones y filmes. Léelo, en un día lo terminas.
Abraham L. Echauri
jueves, 7 de marzo de 2019
miércoles, 6 de marzo de 2019
martes, 5 de marzo de 2019
lunes, 4 de marzo de 2019
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sábado, 2 de marzo de 2019
viernes, 1 de marzo de 2019
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