Aunque disfruto de las series normalmente no escribo sobre ellas. Ni siquiera Hannibal o True Detective que disfruté mucho me habían movido a escribir. Antes de Narcos México sólo había escrito sobre Ozark. Saber que vería Diego Luna, Rodrigo Murray y José María Yazpik no me hacía mucha ilusión. En contraste Tessa Ia, Tenoch Huerta y Joaquín Cosío eran nombres que parecían no pertenecer al grupo de lo comercial y me causaban interés. Había visto las primeras dos temporadas de Narcos en las que seguían a Pablo Escobar y me habían parecido muy buenas. Además, como ahora es políticamente incorrecto ver series de narcotráfico, y detesto la corrección política, con una mezcla de curiosidad y morbo, me decidí a ver la serie. Total es Netflix, si te cae mal pones otra cosa.
¡Zas! Me enganche en los primeros cinco minutos y tuve que hacer un esfuerzo por no quedarme pegado y ver todos los capítulos. La serie es una maravilla. Te da un pequeño repaso de la historia reciente. Joaquín Cosío es un chingón, Diego Luna va creciendo conforme avanza la serie y al final ya te dan ganas de aconsejarlo para que no se lo lleve la chingada. Tessa Ia ligerita flota robando pantalla, Tenoch Huerta encabrona como Caro Quintero y José María Yazpik se mantiene contenido, un buen soldado en su lugar, ganado terreno. Fermín Martinez, el azul, es la viva imagen de un judicial que pinche miedo.
La trama es muy semejante a la vida real y no andan cuidándose de nadie. Se muestra la natural cooperación entre narcotraficantes, ejercito y policía de todos los niveles. No todo es felicidad. Existe una constante lucha de poder en la que todos creen ser la pieza clave del negocio y es esa inestabilidad la que hace avanzar la trama.
Evidentemente, hay cosas que no pueden faltar, candados mentales propios de los gringos. Obvio ellos son los buenos, ellos son los únicos interesados en detener el narcotráfico. Y uno se pregunta: ¿por qué está prohibido el comercio de drogas? Yo pienso que al igual que sucedió con el alcohol todas las drogas se volverán legales. Claro, esa no es la conclusión de la serie. Ni modo que digan toda la verdad.
Mantienen la postura de que la mariguana no es tan mala pero la coca es el monstruo. Aunque tengan en sus filas una que otra manzana podrida, los gringos son las almas puras de la humanidad. El Kiki Camarena es el héroe, pero no cae mal. Funciona bien porque sabes que lo van a matar y terminas pensando que se lo ganó a pulso. Además, su necedad hace evidente que los gringos (la DEA), son los responsables de que crezca la violencia.
Casi al final, Félix Gallardo (el narco) conversa con Calderoni (el chota). El narco hace un pequeño discurso sobre los héroes que cambia la jugada. Es cierto, a nadie le gustan los héroes en este país, la doble moral es la norma en México, un puritano no es bienvenido.
Hay otra escena magnífica en la que Don Neto visita al asesino de su hijo. La escena me recuerda un poco la que hace Christoph Waltz al inicio de Inglourious Basterds (2009). Allí los encuadres son perfectos, transmiten la sensación de encierro y lo chiquitito que se siente quién se da por muerto. hay una luz al final del camino, pero alguien resguarda esa salida.
Denle una oportunidad a esta serie. No se van a arrepentir. (Ab.)
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