La hora es esta. La idea es estar, no dormirse, estar y aparentar estar ocupado. La cuarta simulación se cuela hasta la punta de mis dedos y tecleo esto que lees por no perder el tiempo, por encontrarlo y retenerlo. Los héroes de la patria fluyen en mi sangre aunque yo no haya recibido aviso ni otorgado mi permiso. Evidentemente no hay vínculos sanguíneos, Dios me libre. No hay heroísmo en estar sentado para mantener calmado al capataz. La voz del incapaz se escucha a lo lejos, ahogada y temerosa, fingiendo saber, hacer y resolver los problemas y peticiones de otros. No hay independencia, el ruido metálico resuena en todos lados. El lazo es el dinero. No hay libertad en usar el cubrebocas que alguna organización no nacional nos invita a utilizar. No hay transformación, no hay un cambio de valores, no hay empatía, ni ánimo de hacer de este país algo mejor. La copiadora sigue allí reproduciendo el caos, la bandera no ha cambiado, el policía sigue igual de azul, igual de cansado y aburrido. La rutina es la misma, el tic tac es más lento, porque simula que son tiempos de cambio. La relevancia de estos días es ninguna. Todo es igual que siempre. Dicen que el truco del Diablo es hacernos creer que no existe. El truco del partido está en cambiarse el nombre. No habíamos visto una simulación tan grande. De PNR a PRM a PRI a Morena. La cuarta simulación de la democracia es lo mismo pero más barato.
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