Insisto no sé cuándo, no sé la fecha ni el partido ni el equipo, pero la voz de Menotti se coló en mis oídos. Entre tantas palabras vacías al final de un partido, sonó su voz. No sé qué dijo en esa ocasión, pero mis antenas supieron que era necesario poner atención. El fútbol, analizado por César Luis, dejaba la cancha, salía del estadio y se convertía en meditación, en arte, en una disciplina semejante al ajedrez cuya táctica había sido diseñada entre Musashi y Sun Tzu para pulir las virtudes de los hombres.
No se trataba de ganar por ganar. Ese juego era la vida misma y dentro de la cancha hacía falta ética. Aunque la ética no se limitaba a los 90 minutos del partido. Hacía falta estudiar, no sólo al rival, también al propio equipo. No se trataba de mañas, trucos y tretas, era necesario mucho trabajo, mucho análisis, mucha motivación, mucha honestidad. Me hubiera gustado conocerlo, pero me bastaba escucharlo.
Se queda alguno que por momentos encuentra inspiración para explicar algo técnico con profundidad y otro que a ratos cuela tintes de literatura en sus comentarios, pero ninguno alcanza la fuerza de las palabras de César Luis. Siempre hará falta su voz. Es extraño, aunque Maradona fue un ídolo, para mí el hombre ejemplar es César Luis. Descanse en paz y ojalá enseñe fútbol en el cielo.
Abraham Echauri
Me gusta tu texto porque está escrito desde el alma, lo que sentiste en ese momento. Yo me bloqueé. Hay una palabra clave en tu texto, "honestidad". Porque este texto es así, como lo fue el César. Y la figura paterna... Menotti era como esos viejos que te encuentras en los cafetines de barrio de Buenos Aires, tú lo debes saber, esos que te dicen, "¿fulbo? Fulbo era el de antes". ¡Ah, cuanto me gustaría sentarme a platicar con uno de esos viejos y preguntarle, '¿quién fue el César para vos'?'.
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