En la noche Carlos Campesino aparece en su parcela para arar y cultivar. Susana lo mira y le habla.
¿Qué te ata a esta tierra? Sabes que no podrás probar sus frutos.
¿Qué dejaste aquí? ¿Buscas oro? ¿A tus hijos? ¿A tus padres? ¿Tu alma? ¿Tus huesos?
¿Buscas a tus padres? ¿A tu perro?
¿Está aquí el camino que te llevará al otro lado?
¿Qué impulsa tus pasos a volver?
¿Qué placer encuentras aquí?
¿Por qué no te has ido?
Platícame el día de tu muerte. Cuéntame tus recuerdos.
¿Con quién viniste? ¿Llegaste sólo? ¿Alguien te siguió? ¿Alguien te vio morir?
¿Sentiste miedo?
¿Cómo llegó la muerte? ¿Pudiste verla? ¿Habló contigo?
Quizá simplemente la sentiste entrar por tus pies descalzos.
¿Fue por las manos o por los ojos? Quizá al respirar tragaste su aliento frío.
De cualquier modo, ya no estás aquí. Esta tierra no es tuya. Ya ni siquiera la cultivan. Tus ojos no miran, ¿No ves que ahora es un teatro? Compartes escenario con las brujas de Macbeth.
¿Cuándo partirás?
Ahora interrumpes la escena, aquí tu cuerpo se cuela entre muros de castillos o invade los lagos.
Tu piel tostada, verdosa y rígida rompe el ambiente de las habitaciones. Los niños lloran cuando apareces.
¿Qué dejaste pendiente?
Recuéstate, siente las tablas bajo tu espalda. La tierra está más abajo, bajo el cemento. Éste no es tu lugar.
Cierra los ojos, busca la luz, permite que la paz te encuentre.
-Abraham Echauri-
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