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El futuro de la Iglesia Católica
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La lectura y la salud mental
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Programa 272 (NUBE / Las Misteriosas Aventuras de Claude Conseil) de CINE MOLE
viernes, 21 de febrero de 2025
jueves, 20 de febrero de 2025
miércoles, 19 de febrero de 2025
martes, 18 de febrero de 2025
If your native language is English and you want to perfect your Spanish, do it through reading.
If your native language is English and you want to perfect your Spanish, do it through reading. I will guide you through 12 reading sessions of texts written in Spanish from Latin American literature.
Reports and questions through: abrahamler@gmail.com
Latin American literature offers a great linguistic and cultural richness that can enrich Spanish language learning in various ways:
- Vocabulary variety: Latin American literature covers a wide range of topics and styles, allowing readers to be exposed to a diverse and enriching vocabulary.
- Understanding grammatical structures: By reading literary works, students become familiar with different grammatical structures and learn to use them naturally.
- Knowledge of culture and history: Latin American literature reflects the culture, history, and customs of the countries in the region, allowing students to immerse themselves in an authentic cultural context.
- Development of critical thinking skills: Reading literary works encourages analysis, interpretation, and reflection, which contributes to the development of critical thinking skills.
El provocador
El provocador
La mañana del Super Bowl LIX arrancó agitada para Tito que escribió en su columna dominical: “Si ya estás ahí, si fuiste con el compadre, primo, amigo o vecino que ve football toda la temporada disfruta, pregunta, pero no abras la boca para decir barbaridades ni hagas la ola como si estuvieras en un estadio de futbol. ¡No veas el Super Bowl por convivir, de favorcito!”
Tito es un fanático de la NFL y sabe más que el aficionado promedio porque tiene una memoria envidiable y fue periodista deportivo durante años. Tito desprecia a los Kansas City Chiefs, porque es Raider de Oakland de toda la vida. Los Chiefs y los Raiders son rivales en la División Este de la Conferencia Americana, juegan dos veces por temporada y en los últimos años el dominio de Kansas City ha sido total.
La Terca Memoria disgustó a algunos impermeables a la ironía. Era la postura desquiciada del ultra fan que desea apropiarse del Super Bowl con la misma rabia que la NFL protege los derechos de transmisión. La columna daba por hecho que ser aficionado de ese deporte aumenta la valía de la persona. Como si ver la pretemporada y saber los nombres de las estrellas colegiales que participaron en el draft te hiciera esencial y notoriamente superior a todos los que usamos el Super Bowl como pretexto para comer y beber sin remordimiento por ignorar cuanto dura la pausa de los dos minutos.
La columna era pura provocación. Cualquier tuitero sabe que es posible, casi deseable, publicar opiniones controversiales sobre cualquier tema con tal de atraer lectores a tu espacio. Un tuitero, puede hablar de cine por la mañana, analizar la reforma judicial al mediodía y dos horas más tarde calificar, como si hubiera ganado tres medallas de oro en Moscú, los clavados de los Juegos Olímpicos. Estamos en la cúspide de la Era del Tren del Mame. Gracias a Wikipedia, Instagram y la Inteligencia Artificial, todos somos expertos en finanzas, especialistas en geopolítica y hacemos la revolución desde el celular mientras vemos una telenovela turca en Netflix.
En oposición a lo manifestado en su columna, con el firme propósito de convivir, Tito vio el Super Bowl en una reunión en un departamento del “Poniente pudiente”. La reunión no fue de villamelones, todos tenían los conocimientos básicos indispensables.
El partido rápidamente se fue poniendo verde. Tito disfrutó cada punto que anotaban las Águilas de Filadelfia, como si sus Raiders estuvieran siendo vengados por la mano del destino. Las bromas, los memes y los comentarios humillantes fueron parte del Super Bowl, eran necesarios para avivar el interés ante un partido que se definía desde la primera mitad con un contundente 17-0.
Las bromas racistas durante el Super Bowl fueron consecuencia lógica, casi necesaria, de la presencia de Trump en el estadio de Nueva Orleans. El Agente Naranja, desde de su primer mandato, ha atacado sistemáticamente a los mexicanos y la aparición de Samuel L. Jackson como el tío Sam fue una burda provocación con intención de desafío.
El eslogan Make America Great Again es un modo poco sutil de recordar el destino manifiesto y la doctrina Monroe. América es para los americanos, esos americanos que son blancos anglosajones protestantes, como seguramente son los dueños de los equipo de Kansas City y Filadelfia. Si la NFL le presta el micrófono a un afroamericano es porque resulta redituable, no por su mensaje.
Tito es metalero de toda la vida, desde los primeros acordes de Black Sabbath. Así que si un rapero insulta a otro en un espectáculo de medio tiempo, para él, es un chisme de vecindad que carece de interés. Por eso, durante el medio tiempo, calificó la música de Kendrick Lamar como “de ladrón de estéreos”.
Una adolescente de 17 años, que tarareaba las rolas del rapero, escuchó el comentario de Tito y dijo para sus adentros Ni soy negra, ni “roba estéreos”. Palabras que después compartió con su madre y la madre repitió a alguien más que llevó las palabras de la chica hasta los oídos de Tito el lunes por la mañana.
¿Alguien notó la maroma interdimensional que dio la mente adolescente en cuestión? El comentario descalificó la música dando un raspón al autor y, en automático, la adolescente dedujo que el comentario era sobre ella. Aunque se sintió obligada a mencionar que su color de piel no era el mismo que el del cantante, se sintió ofendida.
Tito hizo el mismo comentario en un par de grupos de WhatsApp. Alguno le respondió: “El coche es robado, un cuate en la tribuna ya lo reconoció”. Refiriéndose al Montecarlo del que bajó Lamar al inicio de su presentación y que con exuberante creatividad utilizó para bajar a todos sus extras y bailarines como ya había hecho Krusty el payaso en un capítulo de los Simpson.
Los voceros del sistema nos dicen que no entendimos la presentación. Yo pienso que si el acto de protesta requiere explicación es porque no cumplió su propósito. Si el rapero cree que su música es universal, es patético. Y si cree que su postura política le interesa a Trump, nuevamente es patético. Patético en la acepción de ridículo. Así que el espectáculo del medio tiempo fue cuando menos decepcionante.
Tito no es blanco. Tanto su forma física como su cabello crespo lo diferencian del mexicano promedio. Supongo que su apariencia es semejante a la de un mulato y quizá por eso hace comentarios políticamente incorrectos que podrían serían calificados por los guardianes de la moral como racistas y por las señoras de la vela perpetua como adecuados. Tito lleva sobre sus hombros años de bullying que hoy provocarían el suicidio de cualquier adolescente. Thriller fue el sobrenombre que portó por años con orgullo.
Pero lo que diga Tito en la CDMX de un “artista” en New Orleans no debería ofender a nadie. Menos a una joven cuya única relación con el insultado es de consumo. Es como si mi dentista insultara el pan de muerto que hace mi vecino, con quién jamás he cruzado palabra, y yo me ofendiera. Pero la juventud ha adquirido el vicio de ofenderse por todo. Les provoca diarrea el mole que no se comen. Ellos dicen que están cambiando el mundo. Yo les concedo razón, lo están arruinando.
¿Qué razones tiene una mujer mexicana para escuchar rap y evitar las sonatas de Bach? ¿Se hubiera ofendido si alguien hubiera descalificado Carmina Burana de Carl Orff o el Requiem de Mozart? ¿Se hubiera ofendido si alguien hubiera bromeado sobre la letra de una canción de Jorge Negrete, Lupita D’Alessio, Paquita la del Barrio o Palito Ortega?
No lo creo. Pero la imaginaria ofensa es producto de un lavado de cerebro de amplia difusión en redes sociales. Lo llaman cultura de la cancelación y lo maquillan de inclusión.
Nada tienen en común la vida de una adolescente de la capital mexicana y la del millonario músico afroamericano de California. Pero Spotify se forra forzando en los oídos de jóvenes sin criterio la obra anodina de un rapero con tanto talento musical como Cepillín. La calidad es irrelevante.
Kendrick no escuchó a Tito y no se ofendió. Si Kendrick lo hubiera escuchado, no le hubiera dado importancia. Para ellos, toda publicidad es buena. ¿Por qué se ofende una chica en nombre de un tipo que no conoce, nunca ha visto y jamás saludará? ¿Le consta a la joven que Mr. Lamar jamás se robó un estéreo? Todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro.
El SuperBowl es para dejarse llevar por la euforia y sacar el estrés. Todo fue felicidad en la reunión pero una adolescente se ofendió por un comentario, tan cizañoso como inofensivo, sobre la trascendental obra de Kendrick Lamar.
¿Por qué los adultos dan tanta importancia a las reacciones infundadas de los adolescentes? ¿Alguno de ustedes puede deducir por qué dos adultos se interesaron en que Tito supiera que una chica se había sentido ofendida por sus palabras? Mister Lamar no hizo la revolución ni la piensa hacer, no movió consciencias, simplemente les dio una dosis mínima de activismo a esos que se sienten víctimas de toda la vida. El Super Bowl es un espectáculo y su finalidad es hacer dinero. Nada hay más ortodoxo que eso. Pan y circo.
lunes, 17 de febrero de 2025
domingo, 16 de febrero de 2025
sábado, 15 de febrero de 2025
viernes, 14 de febrero de 2025
LOVE
jueves, 13 de febrero de 2025
miércoles, 12 de febrero de 2025
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martes, 11 de febrero de 2025
lunes, 10 de febrero de 2025
Crónica del Super Tazónl
Soy un villamelón. Sólo me interesa el Super Bowl porque cuando era niño, Danesa 33, una extinta tienda de helados, en lugar de entregar su producto en barquillos, vendía su producto en cascos de plástico miniatura que imitaban los usados en la NFL. Al terminar tu helado, podías lavar el recipiente y decorar el recipiente con las calcomanías que te habían entregado. No sé cuánto duro esa promoción, pero en mi casa hubo cerca de 12 cascos y mi favorito fue el de las Águilas de Filadelfia. Sin ninguna pasión por el deporte decidí que ese era mi equipo. Pero las águilas perdían con los malditos Vaqueros cada vez que intentaba ver un partido. El casco me gustaba por simple e ingenioso, además de ser fácilmente reconocible. También me gustaban otros cascos, como los de los Bills y los Vikingos. Pero el futbol americano me importaba muy poco.
Tiempo después mis primos (Roberto, Omar e Ivan) entraron al equipo de Lobos y mi padre me preguntó si deseaba inscribirme al equipo. Yo siempre odié que mis juegos se transformaran en obligaciones, así que ni siquiera hice el intento. El fútbol americano no es mi deporte favorito. Mi deporte favorito es el cine. Cuando los vecinos de la cuadra organizaban el tochito, los juegos acababan en pleito, porque algún llorón no aguantaba el empujón o se quejaba de los gritos. Era una fabrica de imaginarios castigos que no entendía y no me interesaba entender. Además, si nunca he soportado pasar dos horas sentado viendo a los Pumas de UNAM perdiendo con el Cruz Azul, menos voy a soportar 3 horas y 4,000 comerciales para ver a equipos que juegan en otro país un deporte cuyas reglas nunca me fueron explicadas y cambian constantemente.
Pero, como dije al inicio, soy un villamelón. Así que desde Navidad me fue comunicado que la familia de mi pareja vería el SB en una enorme pantalla (no sé cuántas pulgadas son, pero no alcanzo ambos extremos con mis brazos abiertos) en una casa en Ciudad Satélite. Me gusta ir a esa casa porque aunque el partido sea irrelevante, tengo la oportunidad de jugar con Dana, una border collie muy lista. Yo no tengo perro, soy alérgico, pero me encantan.
En esta ocasión, el partido tenía el atractivo extra de que jugaban las Águilas y el dueño de la casa es fan de los Jefes de Kansas City. Pero el destino se torció de tal modo que ese plan no se cumplió. Así que el domingo me levanté, hice de desayunar y después fuimos, mi novia y yo, a subir el cerrito del Bosque de Tlalpan. Después pasamos a la Tienda UNAM por café y otras cosas, hicimos una fila descomunal. La pareja delante de nosotros sólo estaba allí para comprar tres paquetes de pan de hamburguesas y discutían sobre quién era la consentida en la familia de él. El señor estaba entusiasmado y ella estaba dispuesta a hacerlo infeliz esa tarde y el resto de sus días. Tenían el plan de comer en casa de la familia del don para ver el partido, pero iban a llegar tarde con el pan. Además ella hubiera preferido morirse que ir a esa cita. Mi novia y yo, después de las compras, nos lanzamos por una hamburguesa a la Torre Manacar. El partido comenzó mientras estábamos en camino y aunque encontré la transmisión, me rehusé a escucharlo en la radio.
Al entrar al centro comercial el ruido era insoportable. Alguien rentó el espacio del primer piso e hizo un evento chafa para su empleados. Todos vestían un jersey azul y el sonido era tan alto que no podía escuchar mis pensamientos. Llegamos al tercer piso y mientras comíamos cayó la primera anotación de las águilas. Salimos de allí y fuimos al súper porque olvidé comprar huevos. Llegando al departamento de mi novia encendimos la TV, las águilas ganaban 17-0. Decidimos bañarnos para poder ver el show del medio tiempo.
El show comenzó y fue una decepción total. Es como si en el mundial de la FIFA en México 86 hubieran puesto como espectáculo la danza de los viejitos. Fue algo tan folclórico que sólo los lugareños lo entendieron. Además caen en la misma trampa que las premiaciones de cine, quieren hacer la política que nunca hacen en los 5 minutos que tienen en TV, cuando deberían hacerla en su vida diaria. Pinche activismo balín. Los espectadores del mundo queremos divertirnos, no nos interesan sus problemas. Samuel Jackson hizo el ridículo vestido del tío Sam y Kendrick Lamar me obligó a tuitear que extrañó a Katy Perry. Para colmo, el show que dió Beyoncé en Navidad fue una maravilla, así que la NFL parece haberse saboteado. Entre su colaboración con Netflix y este show, que debía superar al anterior, no hay comparación.
El resto del partido, fue de bajada. Las águilas anotando dos goles de campo que patearon 4 veces y los jefes luchando para poder sacudirse el cero. Los festejo comenzaron antes de tiempo porque el reloj indicaba que no habría modo en que los Jefes remontaran. Taylor Swift no apareció por ningún lado. Tampoco vi a Trump. No sé qué canal estaba viendo. Dos o tres mensajes con mi primo Roberto, pero creo que en esta ocasión el SB, aunque haya ganado Filadelfia, fue decepcionante. Para este villamelón, fue un bolillo desinflado. Mahomes cayó del pedestal, bien por Filadelfia.