Bugaso
En la casa de la abuela hay un juguetero y en una de sus repisas vive una ensaladera muy especial. Es un recipiente de cerámica que tiene en cada costado un pegaso pintado a mano. En total son cuatro pegasos. Cada animal es ligeramente distinto. Uno tiene cara de burro, lo llamo Bugaso. Otro tiene los ojos muy redondos y las patas cortas. Uno más tiene alas de murciélago. En realidad sólo uno parece bien hecho. Mi abuela dice que la compró porque le recuerda a sus nietos. Puedo identificar a Samuel y a mi hermana, pero tengo miedo de que sea yo el que tiene cara de burro. Confío en que ese es Rafael.
Anoche soñé con el Bugaso. Iba de viaje al reino amarillo. Allí el cielo es azul y las yerbas son blancas. Todas las otras cosas son de distintos tonos de amarillo. Paseamos y gozaba el viento en mi cara. Noté que yo era amarillo taxi, casí anaranjado. Quise comparar el color de mis manos con el sol y cuando lo hice vi que no tenía dedos. Mis manos eran los cascos del pegaso. Volé en busca de un charco para ver mi rostro. ¡Zas! Yo soy el Bugaso.
Desperté en ese instante. Creo que mi abuela ya no es mi favorita.
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