lunes, 22 de enero de 2024

Tulum, la caja de zapatos (Crónica)


Recientemente tuve la oportunidad de utilizar el "Aeropuerto Internacional de Tulum" que fue inaugurado el día primero de diciembre de 2023.  Tenía más de 40 días funcionando cuando el avión en que viajé aterrizó allá. La vista desde el aire es poco favorecedora. La espesa selva es interrumpida por grandes cicatrices. Además de la correspondiente a la pista de aterrizaje, el edificio, los estacionamientos y hangares, es posible ver la de la camino que sale del aeropuerto y la del Tren Maya. 

Al abrir las puertas del avión, bajé gracias a las escaleras. Para ese vuelo fue posible usar ambas puertas, delantera y trasera. Para pasar del avión al edificio, los viajeros bajan escaleras y caminan por las rayas pintadas en el suelo, en muchos destinos de playa es así. Supongo que la idea de entrar o salir del avión por un gusano es más costosa y viola la austeridad republicana. También deduzco que nadie con necesidad de una silla de ruedas viaja a Tulum y en caso de extrema necesidad algún empleado grande y fuerte cargará a esa persona. 

El edificio es muy amplio pero tiene poco uso. La construcción parece de una gran bodega de techos altos decorados con palitos y los muros muestran fotografías de la fauna que tuvo que abandonar la zona. Los sanitarios están cerca y son amplios aunque no sé si sean suficientes en caso de que dos vuelos coincidan. Apenas cruzas la puerta de vidrio que divide a viajeros de comerciantes, sobre un corredor con indicaciones algo confusas, sin locales comerciales, como en un tianguis se ofrecen los servicios de transporte. No vi un restaurante o alguna farmacia, ni siquiera una librería. Pero puedes comprar un dulce o un jugo.

Para salir del aeropuerto, la opción económica es el autobús de ADO con corridas saturadas a Tulum para las que es necesario esperar media hora si tienes suerte. Pero hay shuttles (colectivos) y taxis a precios que el 50% de los usuarios considera muy altos. Tan altos que si vas acompañado conviene más rentar un auto si tomas en cuenta que el precio se multiplica por dos al regresar al aeropuerto para volver a tu ciudad. 

Salir caminando es imposible para un turista promedio. Desde el edificio hasta el entronque con la carretera Chetumal-Cancun son 14 kilómetros según Google Maps y 18 según la gente del lugar. En ese trayecto no hay nada porque al parecer todo es territorio del aeropuerto. La distancia total entre el aeropuerto y el pueblo de Tulum son 40 kilómetros. Uber y las demás aplicaciones de transporte no funcionan allá. 

Si revisas el trayecto en el mapa notarás que el camino a la carretera viaja hacia el sur y pudo haber sido más corto si se hubiera trazado hacia el oriente. No sé que motivó ese trazo que aleja al aeropuerto 10 km más. Cuando aterricé sólo quería salir. No llegué hasta allá para conocer la terminal, el mar era el objetivo. 

El regreso fue más interesante. El último tramo del camino (esos 14 kilómetros que pueden ser 18) está formado por cuatro carriles de cemento que comienzan en el entronque con la carretera a Chetumal. Dos carriles en cada sentido es más que lo que ofrece la carretera por la que llegaste hasta allí. Pero los carriles son interrumpidos a cada tanto porque hay gente trabajando sobre ellos con maquinaria pesada. No te puedes distraer. Además, las curvas carecen de declive y acumulan agua cuando llueve, es un camino que invita a acelerar y sin embargo, es mejor ir con cuidado. Además, la última curva tiene un puente para pasar por encima de las vías del Tren Maya. Ojalá nunca nadie salga volando del puente y caiga sobre el tren.

Al llegar al edificio descubrí que en teoría la planta baja está dedicada a llegadas y la planta alta a las salidas. Pero está tan mal distribuido que todos pasamos por el mismo espacio. El diseñador del aeropuerto no acostumbra viajar. Sólo así se explica que la señalización sea pequeña y las flechas de dirección no se sienten unidas al concepto. No son para distraídos. Tampoco es posible distinguir la zona de vuelos internacionales. Al parecer, la practicidad militar indica que basta una caja de zapatos para entrar, salir y ser revisado. No hay falla en su lógica, pero quizá sería mejor un poco más de orden. 

La inmensa bodega no tiene locales comerciales, sólo hay gente trabajando como si estuviera en la calle, pero bajo techo. No importa si vende comida o recuerdos, ni si están antes o después de los controles de seguridad que administran uniformados de las fuerzas armadas. La dinámica es la misma del puesto callejeroResulta evidente que los negocios no formaron parte del proyecto, así que ahora ocupan espacio sobre el pasillo entre los asientos de las salas de espera. 

El aeropuerto no tiene un sistema de sonido así que la gente de la línea aérea grita a través del altavoz que lleva en la mano. Tampoco hay aire acondicionado. Aquí y allá hay regados algunos gruesos aparatos grises de metro y medio de ancho por dos metros de alto con un metro y medio de fondo que son ventiladores con ruedas. Eran las 4:30 de la tarde de un día lluvioso de enero y la sala de abordaje se sentía muy calurosa. No quiero pensar como estará en mayo. Una vez revisado el pase de abordar, bajas a la pista y caminas hasta las escaleras que suben al avión.


El proyecto es enorme y con espacio para crecer, pero no está terminado, es poco acogedor y ninguno de los trabajadores de los comercios puede ir y venir a Tulum en caso de emergencia. Bueno, puede si llegó en su auto o está dispuesto a pagar la mitad de su sueldo del mes para salir de allí. Una trabajadora de la dulcería, me dijo que su patrón la lleva y la trae. No hay transporte público para ella.

Tampoco resulta obvio como se conectará el aeropuerto con el Tren Maya, quizá la distancia entre terminales sea menor a un kilometro, pero no me imagino a la gente caminando sobre la yerba al lado de la carretera con el equipaje a cuestas bajo el sol o la lluvia.  Es claro que el proyecto fue inaugurado antes de estar concluido y que exige mucho trabajo de mantenimiento evitar que la selva se lo coma. Sólo el tiempo dirá si la caja de zapatos sobrevive o es abandonada. 



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