jueves, 9 de mayo de 2024

César Luis Menotti

 

El domingo pasado murió César Luis Menotti y al descubrir la noticia sentí tristeza. Ni siquiera la muerte de Diego Armando me impactó tanto como ésta. Me sentí sólo y escribí en ese instante, en busca de consuelo a Diego Castillo y Roberto Vargas mis dos amigos que saben del tema. Creo que los tomé en estado de shock y ninguno pudo ayudarme. Para mí, César Luis Menotti abrió una puerta que no sabía que existía. Gracias a él, el fútbol puede ser más que correr detrás del balón. Era una figura paterna capaz de explicar cosas que nadie más sabe explicar. No hay otro como él. Aunque me gusta el fútbol, prefiero ir al cine que al estadio. Sin embargo, el don de Menotti no se limitaba a las canchas. Nunca he visto la grabación de un partido en que él jugara y no recuerdo cómo supe de su existencia. Seguramente lo escuché como comentarista al lado de José Ramón Fernández. César Luis hablaba de fútbol como si hablara de filosofía.

Insisto no sé cuándo, no sé la fecha ni el partido ni el equipo, pero la voz de Menotti se coló en mis oídos. Entre tantas palabras vacías al final de un partido, sonó su voz. No sé qué dijo en esa ocasión, pero mis antenas supieron que era necesario poner atención. El fútbol, analizado por César Luis, dejaba la cancha, salía del estadio y se convertía en meditación, en arte, en una disciplina semejante al ajedrez cuya táctica había sido diseñada entre Musashi y Sun Tzu para pulir las virtudes de los hombres. 

No se trataba de ganar por ganar. Ese juego era la vida misma y dentro de la cancha hacía falta ética. Aunque la ética no se limitaba a los 90 minutos del partido. Hacía falta estudiar, no sólo al rival, también al propio equipo. No se trataba de mañas, trucos y tretas, era necesario mucho trabajo, mucho análisis, mucha motivación, mucha honestidad. Me hubiera gustado conocerlo, pero me bastaba escucharlo. 

Se queda alguno que por momentos encuentra inspiración para explicar algo técnico con profundidad y otro que a ratos cuela tintes de literatura en sus comentarios, pero ninguno alcanza la fuerza de las palabras de César Luis. Siempre hará falta su voz. Es extraño, aunque Maradona fue un ídolo, para mí el hombre ejemplar es César Luis. Descanse en paz y ojalá enseñe fútbol en el cielo.

Abraham Echauri

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