domingo, 12 de junio de 2022

Paradoja


Cansado de una vida ordinaria, viaje por cuatro continentes buscando al Diablo para hacer un pacto. Tres veces me encontré con Dios. Al volver a casa, con nuevas ideas en mente, apareció en mi puerta patas de cabra. Sin darme cuenta lo invité a pasar y se quedó en mi vida por más de cinco años. Ni una palabra del pacto que había buscado pero él sabía mantenerme atento a sus palabras. En el sexto día del sexto mes del sexto año, abrió su libro y me puso contra la pared. Tomé la pluma, la mojé con sangre de una herida sobre mi costilla izquierda y me dispuse a firmar el libro. Pero el trato me pareció leonino. No me aseguraba la vida eterna, ni siquiera sabía la fecha de mi muerte. 

El tiempo es relativo, dijo él. 

Entonces no te importará que firme mañana, respondí. 

Me desperté con una indigestión de los mil demonios, pero con el alma intacta. Dios, sentado a la orilla de la cama, me miraba con desaprobación. Pasó un segundo, le di los buenos días, me vestí y nos fuimos a desayunar. Ni una palabra del incidente.

Abraham Echauri

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