miércoles, 11 de octubre de 2017

Libertad

Un hombre estaciona su auto en una playa pública cercana a Puerto Morelos. Son las tres de la tarde del veinte de diciembre. Llovizna y a ratos sopla un viento frío. El hombre baja del auto, va hacia el maletero y se cambia de ropa. Se calza unas sandalias y lanza sus zapatos a un tambo cercano. Coloca un pareo sobre su hombro y saca una bolsa de plástico roja. Cierra la cajuela y camina hacia la orilla del mar. Se detiene al borde de la marca de humedad. Ahora las olas lamen apaciblemente los pies del visitante. El agua está fría. Javier retrocede unos pasos y extiende la tela en el suelo. Se deja caer sobre el pareo con la bolsa de plástico en la mano. Se recuesta y permite que su mirada siga el vuelo de las gaviotas. Le parece que las aves escriben en el aire. No puede descifrar el mensaje, no conoce su alfabeto. De la bolsa saca una cerveza. Destapa la lata y le da pequeños sorbos. Con la lengua imita a el vuelo de las aves mientras juega con el líquido. Finalmente lo traga. Se incorpora. Presta atención al dulce gruñido de las olas. Se descalza y hunde los pies en la arena. Se siente libre. Extrae de la bolsa un paquete de galletas saladas. Lo abre, toma un puñado y se lo mete en la boca. No puede masticar. Mueve la quijada y lentamente la saliva humedece el bocado. Olvida que está haciendo. Lo distraen los pelícanos planeando sobre el agua. Los sigue con la mirada. Quisiera flotar como ellos. Quisiera volar. Quisiera hundirse. Convertirse en agua y disolverse en el mar. Coge más galletas y las lanza hacia atrás. Las voces en su mente se detienen. Las gaviotas se acercan enseguida. Se enjuaga la boca con cerveza y escupe. Tiene ganas de gritar, pero teme al sonido que salga de su boca. Mira la espuma desvanecerse en la arena. Imagina en sus manos un cuaderno nuevo. Lo abre y mira la hoja en blanco. Escribe su nombre y lo cierra. La lluvia arrecia. Mira a los playeros recorrer con prisa la orilla del mar en busca de alimento. Sus largas patas y su gracioso andar le imponen una sonrisa arrepentida. Los últimos meses fueron una pesadilla. Su padre por fin está muerto.  Pasa una mano por su cabello mojado y lo sacude. Se siente feliz. Ahora está sólo. Se recuesta y llora.

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